Resulta que anoche, en un festival anticapitalista, cae un borracho a Casa Marx.
Al principio fue incómodo; el borracho hablaba fuerte y tiraba incoherencias, como cualquier borracho. Un compañero le pidió por favor que bajara la voz.
Ya a partir de ese momento algo me hizo ruido.
Empecé a tomar y a fumar con amigxs, como intento de librarme de la apatía general que me invadía (ya desde hace varios días). La situación se tornaba bastante jipona: gente improvisando con instrumentos cual clase de música en primaria. Hasta que luego de algunas intervenciones artísticas más, se dió una suerte de micrófono abierto. El borracho, entusiasmadísimo, rogó que lo dejen tocar unos temas de blues.
La gente lo arengaba, lo que de nuevo me hizo ruido.
Por un lado pensaba "bueno, si incluís al borracho es menos probable que genere disturbios y haya que sacarlo... ¿no?" pero por otro lado... "¿incluir a un borracho gede en la secuencia de un festival, no producirá que el borracho sienta que para ser incluido debe, justamente, estar borracho?, ¿qué carajo estamos alentando?"
En ese preciso instante me siento profundamente perturbada, me levanto en cuanto el borracho empieza a rasgar unos intentos de melodía en la guitarra, y salgo para poder escribir las siguientes líneas:
"¿Qué aplaudís
cuando aplaudís
a un borracho?
Aplaudís al hijo
del medio
del sistema
capitalista.
Ese que escabia
para olvidar
que la sociedad
lo rechaza,
para no pensar
en su laburo
de mierda
o en cómo
lo cagó la mujer
y se llevó
a los chicos
y toda
la guita...
¿De qué
te reís
cuando te reís
de un borracho?
¿Del espejismo
de un posible
presente en tu vida?,
¿de la proyección
de todos tus miedos?,
¿o del payaso
producto del sistema
que te hizo apreciar
tu posición
económica
actual?"
2017 local Casa Marx espacio de Izquierda.
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