Fantasmas


Siempre pensé en escribir mi autobiografía
pero cada año que dejo pasar son como
cien páginas más.
Creo que soy tan vaga para esa labor
que prefiero otorgarle a mis poemas
semejante título.

Si tuviera que empezar con alguna anécdota
elegiría hablar de la casa en la que viví
de los 7 a los 18 años.
Esa casa tenía presencias,
tode aquel que la haya conocido lo puede decir.

A veces me despertaba a mitad de la noche
convencida de que alguien me estaba observando.
En una época sentía la figura de un hombre joven
parado frente a la puerta del baño.
Tenía que atravesarlo cuando me levantaba
en la oscuridad y me ganaban las ganas de mear.
También veía animales de reojo
y a veces sentía que alguien me tocaba el hombro.

Una vez con mi mamá,
hablábamos de mi difunta abuela
y un llamador de ángeles
sonó solo, sin que haya nada abierto
ni otra persona en la casa.

El tema de los fantasmas siempre estuvo
en mi vida, no sólo en el plano paranormal.
En mis últimas relaciones se hablaba mucho de
<los fantasmas> que cada quien acarreaba,
y de cómo no podemos hacernos cargo
de los fantasmas ajenos.

Sin embargo podemos hacer rituales
- me encanta esa palabra, este año
la usamos un montón- :
Quemar cartas, de esas que lo dicen todo
a calzón quitado; 
hablar desde el corazón, construir, sanar.
Así de a poco los fantasmas se van;
o se transforman.
¿Será que sólo son energía?
Dicen que cuando abandonamos
el plano físico, sólo queda
nuestra energía. Ergo
nuestro fantasma.
¿Entonces es la muerte lo que nos asusta?
¿O es el desapego?

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